Mezclan
la crítica política y social con las pasiones artísticas de sus autores,
algunos de ellos figuras de referencia mundial.
El
arte urbano en Lisboa tiene su origen en el trabajo de los grafiteros que
utilizaban las paredes de la ciudad para plasmar sus mensajes políticos durante
la segunda mitad del siglo pasado, formando parte de un arte anónimo que en
aquella época era considerado ilegal.
Uno
de los principales escenarios de este movimiento es el muro de las Amoreiras,
que comenzó siendo una simple pared llena de garabatos y ha terminado
convirtiéndose en un lienzo para que los artistas den rienda suelta a su
creatividad.
En
la actualidad, en dicho muro, puede verse una niña rezando junto al lema “Pray
for Portugal” (reza por Portugal) y a la canciller alemana Ángela Merkel,
manejando dos marionetas que guardan un cierto parecido al primer ministro ruso
Pedro Coelho y a su “número dos”, Paulo Portas.
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